ESCUELA DE ARTE LIBRE

La “Escuela Luján Pérez” fue fundada, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria por Domingo Doreste, “Fray Lesco”, el 6 de enero de 1.918 con los mismos objetivos que, adecuadamente actualizados se señalará.

-Fiel a sus principios fundacionales, la “Escuela Luján Pérez” estructurará su funcionamiento interno de acuerdo con la necesidad de que el arte plástico canario sea un movimiento espiritual y un claro reflejo de la gran estética de nuestro tiempo.:

- La Escuela es fruto de un acto de espontaneidad y medra gracias a una compenetración íntima entre Profesionales y alumnos.

- La Escuela ha de ser centro de iniciativas y plantel de artistas decoradores y creadores, un verdadero “conviviun”.

- la Escuela evita toda tentativa de uniformidad, todo espíritu de servil imitación.

- La Escuela es de tipo libre, consorcio espontáneo de maestros y discípulos, en la que han de conservar lozanos el espíritu personal y la autonomía profesional.

- La Escuela aspira a crear aptitud, no suficiencia oficial.

- La Escuela no es Academia ni un centro docente. Es un laboratorio de arte que conserva la frescura y la espontaneidad de su origen.








martes, 8 de noviembre de 2011

Jesús Arencibia: su formación en la Escuela Luján Pérez Este año se cumple el primer centenario del fecundo artista Jesús González Arencibia. Nacido en 1911, en el otrora barrio del municipio de San Lorenzo, y desde hace varias décadas, fuera absorbido por la Corporación capitalina de la isla en sus munícipes dominios. La Escuela Luján Pérez de Las Palmas y la Fundación Luján Pérez de Guía, se honran en sumarse a la celebración de su natalidad en estos cien años, de este artista de relieve, que tanto destacó en el arte canario de la plástica. Perteneció a la segunda generación de artistas que encumbraron y dieron fulgor a la Escuela Luján Pérez, formándose en ella según el libre pensar artístico y el autodidactismo personalizado, que como prédica se inició –y es aún respetada en todo su vigor de libertad didáctica—, y seguidas éstas, por todos los artistas como gran éxito de sus proyectos artísticos, durante las varias generaciones de artistas que en la Luján Pérez se han ejercitado. Sintió el niño Jesús Arencibia su vocación y curiosidad por la pintura representativa, en la visión de los cuadros de su tía Soledad, quien pintaba al óleo. Genético pues, debe ser el hecho de la propensión de aquel niño hacia el arte, al tener una persona consanguínea que también la practicaba. De ahí que sus primeros ensayos artísticos, a hurtadillas y fuera del conocimiento de su familia, por tan osado y enojoso intrusismo, en la pintura. Sus primigenios intentos en la plasmación de los objetos del rededor, lo fuera a través del costumbrismo, del entorno social más inmediato, siendo desde aquel entonces, la figura humana su imagen predilecta, para la confección de sus atrevidas obras en aquel niño indiscreto. Figuras humanas que serán la base experimental creativa en toda su carrera artística, a las cuales la dio toda una ingente variación de posturas, escorzos, movimientos y significadas expresiones. Después de estos intentos de curiosidad plástica, su interés pasa a ser de absoluta seriedad en la pintura, como prometedor oficio de por vida. Para ello se inscribe en las clases de la conocida pintora Lía Tavío, en la ciudad. Este primer aprendizaje lo hará bajo la tutela de Tavío, cuyo método didáctico lo basaba en el desarrollo de la figura convencional y en el academicismo, según el entender de la maestra en arte. La etapa que marcó su ingreso en la Escuela Luján Pérez, sería entre los años 1930-36, bajo la incitación y ánimo de su amigo y compañero de bachillerato, el escritor Pancho Guerra, cuando oteara y admirara sus cuadros de paisajes y augurara una futurible promesa en la plástica (no se equivocó un ápice, el ojo avizor del creador literario de Tirajana). Allí, en la calle de San Marcos, donde estaba inicialmente la Escuela, convivió con los artistas, también en ciernes, que se formaban en aquellas aulas, aprendiendo todos de los consejos del maestro, y mutuamente, entre las contemplaciones de cada obra, en técnicas y planteamientos temáticos, quienes serían la creme de los honores históricos y vanguardistas, de la cultura plástica archipielágica. En la Luján Pérez, encontró nuevos aires de libertad y de expresión en las artes, además de un lugar de loables logros culturales, siendo muy respetado en el estilo, temas y manifiestos artísticos que ya estaban en maceración y en el camino de su encuentro. Escuela, en la que quedó agradecido y donde se fraguó una buena amistad con varios de los artistas: Juan Jaén (con quien emparentó, apadrinando al hijo del escultor), Jorge Oramas, Plácido Fleitas, Abraham Cárdenes, etc. En ese año de 1932, participó Arencibia en una muestra colectiva, que se hiciera en las mismas paredes de la Escuela, junto a Santiago Santana, Plácido Fleitas, Eduardo Gregorio, Jorge Oramas, Emilio Padrón, José Navarro y Rafael Clave, etc. Los dictados verbales y escritos de las viejas costumbres, el entorno y la cultura humana de la tierra, dejaron huella en los fértiles surcos de las neuronas de los jóvenes artistas, ávidos por encontrar los motivos y senderos inspiradores de la plástica que tanto ayudan a los principiantes, cuando éstos están aún toscos en las mieses creadoras. Los motivos paisajísticos y rudos campesinos, costumbres y culturas, fueron las motivaciones y los pretextos para integrar en sus obras incipientes. De ahí, que sus primeras obras totalmente creadas por el artista, de su propia mente y cosecha técnica, fueran las llamadas pinturas de personajes con miradas ciegas o párpados cerrados, en las cuales sus temas derivan hacia un paisaje misterioso, solitario, mudo, ciego, silente, muñidor de recónditas congojas e incomprensiones vitales, de los sufridos seres que perviven en esos lacónicos ambientes; además, de destacar pictóricamente las costumbres, culturas arraigadas y emociones vividas. Entre los elementos destacables y permanentes del paisaje y paisanaje en las pinturas, figuran: la flora (cardón, palmera, dragos); la arquitectura rural (cementerios, casas cuevas, ermitas), tallas canarias, como maceteros, etc. El estilo y técnica de esta etapa está singularizada por un arte nuevo, personal, sin apropiarse de otros formularios ajenos. Dibujos acuarelados y totalmente esquematizados, en la concepción de todas las figuras representadas, a las que da cuerpo mediante estas síntesis de cromías y claroscuros. Los cromos son igualmente sintetizados, aplicando a las formas el color absolutamente plano en toda su apreciación, sin valores tonales añadidos que enriquezcan el espectro cromático sensual. Que no es el motivo ni la intención propuesta. Teo Mesa. Presidente de la Escuela Luján Pérez

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Definición y principios que conforman a la “Escuela Luján Pérez“

Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain